En el amor también existe la complicidad, la que se forma cuando se tiene que estar del mismo lado, la que nace de saber gestos y tonos de voz, aquella que se enmarca en un beso oculto en un autobús, en una palabra candente al oído en medio de una reunión, la que nos hace saber cómo piensa el otro segundos antes de que lo piense, si de esa complicidad, la que te hace representar un gran papel en pro de algo mejor.
Pero qué pasa cuando esa complicidad la comienzas a buscar en
alguien más, que pasa cuando los amores del pasado vuelven y comienzan a
hacerte ruido no en la mente, sino en el corazón, que pasa cuando la pregunta
es sobre el camino y sobre la gran variedad de posibilidades.
En qué momento es justo pensar en un nuevo plan, y por cuanto
tiempo, es decir, si no funciono en el pasado que nos hace pensar que un
segundo vistazo hará la diferencia, que nos hace pensar en que en una segunda
vuelta el resultado sería diferente.
Pensemos por un momento en ello, en reorganizar nuestra vida
y mirar atrás, ¿porque?, ¿para qué?, ¿es justo para el pasado y es justo para
el futuro?, como podemos hacer una lista de pros y contras, que tendrían que ofrecernos
para cambiar la ruta de viaje.
En el fondo lo sabemos, nos quedaremos al final, con quien
llene nuestras expectativas, con quien cumpla nuestros caprichos, con quien nos
haga sentir importantes, con quien nos de seguridad, todos podemos fingir, pero
al final es cuando le damos el justo valor a: “que hiciste para merecer mi amor”
“soy realmente feliz”, “me amas a mi o a la idea de mi”.
Los cuentos de hadas nos perturban la mente y vamos por ahí con
pie descalzo, semi despiertas, con cabellos largos, esperando ser rescatadas,
esperando al príncipe encantado que nos ponga la otra zapatilla, que nos
despierte por completo con ese tan
mentado beso del verdadero amor, vivimos vidas esperando que un día no muy
lejano, ese por siempre felices suba a la torre, mate a la bruja y nos libere
para que por fin el cuento de hadas termine y comience el de la vida real; es
extraña pero esa es la realidad y esto viene perfecto a lo que alguna vez escuche
“todas en el fondo de la bolsa de mano traemos bien guardado el traje de novia,
ya saben por si las dudas”.
Buscamos que nos amen, que den todo y más, que apuesten por
nosotros, pero ojo, si tengo que rogar no sucederá nada, jamás lo he hecho,
quien ha estado a mi lado es porque tenía
algo que aportarme, lo que fuera, pero no se rogar, no se suplicar por un amor,
a mí me gusta que me conquisten, me da flojera el solo hecho de tener que
esperar, las torres me marean, hace no mucho me corte el cabello, no uso bolso
de mano, y de andar con sueño a dormir, yo prefiero dormir y esta de mas
escribir que no uso zapatillas.
Que tengan felices amores, nos leemos la próxima.