lunes, 25 de diciembre de 2017

Si fueras tú, te robaría un beso.


No entiendo tus razones, las supongo e imagino, construyo una verdad que me sirve y me hiere de tus silencios de tus despedidas sin adiós, tomo todo mi cariño por ti y enciendo una hoguera en mi corazón… arde, es una llama constante, de vez en cuando otros brazos me calman, pero siempre vuelvo, siempre regreso a ti.
Cada día me cuestiono menos, sigo sintiendo, eso lo hago bien, soy un manojo de sentimientos.
He pensado esconderme en esas idas y vueltas, he tenido la necesidad de cerrar la puerta, de tapar cada ventana por donde penetra el sol con fondo azul celeste, pero no puedo, siempre dejo una llave pegada en la puerta, y no es que tenga miedo de perderte, uno no puede tener miedo de perder algo que no se tiene, pero para mi corazón eres tan mío, porque mi amor radica en mí.
Eres un deseo constante, una promesa en los labios, una mirada de cielo, un abrazo de enero, no logro verte, puedo sentirte, a ratos creo que hasta puedo olerte, por las noches sueño con despertar entre tus dulces brazos, ¿dónde estás? ¿Por qué te has ido? Llévame contigo, se te olvido empacarme en la maleta, o será que me tienes en el cajón del olvido.
Con todo ello en este tiempo he aprendido que el deseo es algo que no se puede ocultar, me lo he bebido todas estas noches en el café, y por las mañanas me doy cuenta que siguen quedando residuos de tu piel ausente.
Desear es lo que la distancia y el amor nos dejan, es un calvario para la piel y el alma, es una cruel esperanza de que mañana te deseare no como posibilidad sino como realidad.

He soñado contigo.

Escucho tus pasos en la lejanía, vienes con el amanecer, no sé si eres tú quien acompaña al sol o eres tú quien me brinda la calidez de la mañana.

El brillo enceguecedor aun no me permite distinguir tu figura, tan cerca… tan lejos, tan mío, tan nuestro…

Le exigí al tiempo un momento entre los rayos del sol para despertar junto a ti, le pedí un huequito entre tantos minutos que tiene su puesta, le entregué mi vida a cambio de ese instante y entre sueños pude ver tu mirada de luna, con ese brillo azul celeste que me cala hasta los huesos, pude verte, pude sentirte, ¿me escuchaste?
Susurre un te amo a tu oído con la esperanza de que tu cuerpo se estremeciera al escuchar mi voz, pero todo sucedió tan rápido que en el segundo parpadeo mi alarma sonó y no hubo más remedio que encender la luz, y como siempre la falta de ti me regreso a la realidad a este presente egoísta y cruel, que a pesar de mi amor y de mi necesidad de ti, te mantiene lejos.

viernes, 22 de diciembre de 2017

SIEMPRE

Hace un frío de miedo y de pronto una vieja canción suena, la canción que marcaba el amor en días pasados, la nostalgia me invade y la mente echa a volar la imaginación…

Este diciembre esta siendo muy nostálgico, me trae el corazón en la mano, las ansias y la necesidad de un para siempre me atormenta, si leyeron bien, me atormenta, pensar en para siempre me enamora, me ilusiona y me atemoriza… todo a la vez.



SIEMPRE es una palabra hermosa en cualquier contexto amoroso o romántico nos regala una promesa, “siempre te amare”,” siempre te recordare”, “siempre estaré a tu lado”, es una palabra tan fuerte, tan exacta y por estos días me llena de esperanza, me deja sabor a sueños, a futuro, a posibilidad.


Siempre es una palabra que aprendimos que generaba calma, es decir, en los cuentos de princesas esa palabra nos esperanzaba a un futuro de ensueño en donde las cosas suceden tal cual eran soñadas, en donde al final después de la catástrofe, la distancia y los malos entendidos, la princesa por fin se encontraba con su príncipe azul y vivían felices PARA SIEMPRE, si, eso aprendimos, pero ¿y ahora?
Hoy en día, con estas vidas tan a prisa que vivimos, en estos tiempos en donde las promesas son cuestión de valor y de interés, ¿aún se puede soñar en un para siempre?, ¿aún cabe la esperanza? ¿aún soñamos con finales felices?

Soy una eterna enamorada del romance y del amor, y yo podría jurar que sí, que aún existen mujeres que se sonrojan, que se dejan enamorar, que aman la idea del amor mismo, que se ilusionan con un mensaje de voz, con una llamada, con un hola, con una mirada, aun soñamos con ser felices, la felicidad y el amor no han pasado de moda, aún queremos romance, caminatas bajo la lluvia, aun soñamos en un para siempre, no como el de los cuentos, queremos un  amor real, uno que sea palpable, uno que nos cobije el alma al ritmo de un acento que nos quita el aliento, no queremos ser rescatadas, de eso se debe encargar cada quien, lo que si deseamos es que tomen un autobús, que toquen a nuestra puerta, que nos den un abrazo, que nos inviten un café, que nos hagan sonreír, que hagan lo que se necesite para tomarnos de la mano… para robarnos un beso.

Si, SIEMPRE es una hermosa palabra, en definitiva, aún creo en ella, siempre he creído en ella, y sé que cada tanto llega, que se compone de lo que se vive día con día, de los recuerdos, de la piel, de la memoria, de tus pasos por llegar a mi y de los míos por estar contigo.




Y bajo este contexto, siempre volveré aquí…, este es el lugar al que pertenezco, cuando quieras que regrese sólo lee este diario y volveré a ti, SIEMPRE.

Escribiendo…

Esta es una de esas veces que temo tanto sentarme a escribir, tengo miedo a los pensamientos que se pondrán frente a mis ojos; temo que la realidad me de una bofetada y me tire a la lona.
Aun ahora estando aquí, no sé muy bien para donde voy; pero si hago un recuento de este blog, pocas veces al escribir sabia a donde llegaría, la única certeza que tenía es que debía escribir, que necesitaba depurar mi alma como mejor se hacerlo y eso es escribiendo…
Muchas son las situaciones que han ocurrido, regresos brutales y partidas dolorosas, promesas cumplidas y amores palpitando, este año ha sido complicado y muy difícil de catalogar, por un lado, están los ciclos que he cerrado o que he intentado cerrar y por otro, todos los momentos que atesorare hasta el día en que muera.
Este año se llevó mi lugar seguro, mi refugio de toda la vida, la historia tal cual la conocía cambio y aun no sé si para bien, pero ahora ya no importa, ya no hay marcha atrás.
Este frió y estas ganas de salir corriendo tras ese sueño porteño y no mirar a tras no me dejan escribir, porque tengo miedo de mis pensamientos, de mis deseos, de mis sueños, hace tanto tiempo que no tenia miedo de salir corriendo a darme de portazos en la cara, porque así será, me veré recreando a Sabina y su “Frente Marchita” y no de forma poética, sino de forma cruel y dolorosa, y aun así, a sabiendas de esto quiero gritar “¿dónde estás?”.
 Y es que, si algo sé en esta vida, es que cuando nos prometemos algo, tenemos la obligación de cumplirlo, y no importa cuánto nos tardemos, debemos cumplirlo, esta en la ley de la vida, no podemos decepcionarnos a nosotros mismos, porque ese tipo de decepción no se supera nunca, son sueños inconclusos, nos frustra, nos consume la vida… nos amarga.
Lo entiendo así porque pude leer la mente de ese hombre que regreso porque necesitaba ayuda, que toco nuestra puerta y no por amor; toco, para que le diéramos eso que él en mis 35 años no me dio: amor, presencia, afecto, apoyo; que sé yo exactamente que quería, sé que deseaba algo pero no tengo certeza de que, entiendo su necesidad, cuando nos vemos derrotados deseamos redimirnos, porque sabemos que a la hora de irnos y entregar cuentas tenemos que entregar saldo limpio, pero ¿cómo se puede tener la conciencia y el alma tranquila cuando te has encargado de destruir 15 vidas (y la cuenta hasta hoy aun no cierra)?. Entiendo su situación, no comprendo como llego a ella, porque por más que me quiera poner en sus zapatos, no puedo… hacer daño en nombre del amor y de la necesidad de compañía, no justifica el daño colateral. Y por desgracia el lazo padre e hija que el debió ayudar a construir no existe y hoy sé que con que una parte quiera no es suficiente.
Hoy puedo decir que por lo menos yo estoy tranquila con no verlo, que estar a su lado me llego a enfermar, la energía que lo rodea era tan desgastante, que fue mejor para mi tomar distancia, al final ni le debo ni me debe.
No sé muy bien si la vida nos encontrara de nuevo, sé que tenemos una cita en enero, (siempre enero), y si en mi esta, está cita se cumplirá, porque a diferencia de él, yo si tengo palabra, los mariachis tocaran y ese día me despediré de él.
Imagine que este escrito seria doloroso y cruel, que estaría lleno de amargura y enojo, pero no, como siempre poner las cosas frente a mí, les quita peso, las reduce a poco y me ayuda a entender que cada situación que la vida nos pone enfrente es para aprender, a veces logramos entender a la primera, pero seguramente en nuestra vida nos toparemos frente a otras que nos costaran hasta más de diez caídas para entenderlas, las abrazaremos por siempre o las pasaremos de largo para no mirarlas nunca más.


Gracias por leerme una vez más, seguimos en este viaje, contando historias, reviviendo y entendiendo de que se trata este viaje.