miércoles, 27 de marzo de 2013

Tercer piso... primer escalón.


Estoy en el primer escalón de este tercer piso, y la verdad, paso así, sin más sorpresa y no está mal, tal vez es la edad que por lo menos por ahora me cuesta trabajo estar contenta, quizá sea el clima, los días bochornosos y acalorados me sientan más que fatal.

Tal vez son las hormonas que juegan a que no esté conforme con nada y a estar conforme con todo, ese sube y baja emocional me causa delirio y un poco de angustia, que disfrazo de mil formas, aunque al llegar la noche  hace que me cueste mucho trabajo dormir.

He tenido muchas conversaciones, tantas que han nacido la necesidad de escribir, pero siendo honesta me cuesta trabajo hacerlo, sigo sin tener un equipo propio, supongo que eso me limita, sé que no debería, porque tengo uno prestado, pero soy mañosa en cuanto a costumbre, y me acostumbre a escribir en un espacio propio, los ajenos, me causan un poco de extrañeza y es que quiero poder acumular cosas, tener cintillos rosas, y un montón de imágenes  sin utilizar, guardar música hasta que el limite este en rojo, tener todos los textos de todos los libros que quiero comenzar a escribir, llenarlo de claves para que mi fortaleza no sea invadida, si… necesito ese espacio donde la imagen que este de fondo sea del color de mi estado de ánimo, aunque siempre sea rosa o morada. Y no está mal querer algo mío, el egoísmo no es algo que desaparezca, solo que surgen otras prioridades en la vida.

Y sentada aquí recuerdo una escena con mi madre de hace menos de un mes…
La mire mientras le platicaba lo que he aprendido y puedo jurar que por su cabeza pasaron juzgados, corte, despacho, la política misma, y un hermoso traje sastre hecho a la medida…
Mientras yo le platicaba de las finanzas del hogar, de las compras, de las que comidas que he aprendido a hacer,  creo que también pudo ver la felicidad en mis ojos, solo me sonrió y continuamos caminando.

Y es que la felicidad viene en envolturas distintas (siempre lo he creído), estancarse, no significa no tener una cédula o un título, estancarse en mi opinión, es dejar de crecer. Es ser alguien que no se mueve, que no avanza, que decide quedarse a la deriva, y yo, tengo movimiento, de eso, estoy muy segura.

Supongo que es un chip que todas las madres traen, sobre todo las modernas, querer ver entaconadas y con la cartera repleta de seguridad, pero no siempre fue así…

Antes, según narran algunas historias, las mujeres deseaban casarse, ser madres, criar a los hijos y tener una pareja estable, un hombre con el que pudiera sentirse seguras y  protegidas.

Si eso cuenta la historia, pero un día, algunas decidieron que esa vida era aburrida, que no encajaba en los tiempos modernos, que estaba mal querer hornear pasteles, que era terrible querer ver la vida a través de biberones,  tejidos, sazones, adornos, repisas, una cocina limpia y con lindos muebles, un edredón café con beige o color vino.

Un día el ser ama de casa se convirtió en algo mal visto, en algo que solo quieren las mujeres que tienen flojera, mujeres, que según otras mujeres, “solo les gusta ser mantenidas” y lo único a lo que aspiran esa quedarse “echadas en sus casas” sin hacer nada más que respirar. Si ahora la vida es así…

Pero qué hay de las disfrutan, cocinar, tener arreglada su casa, trabajar los fines de semana, para contribuir en los gastos de la casa, porque es un pecado perseguir lo que en estos tiempos ya no es común.

Una taza de chocolate, una casa con olor a mango, unas donas de chocolate, un delicioso arroz, una sonrisa al ver que el hombre que amas llega, y que puedes consentirlo, servirle la comida y preguntarle  “¿qué tal tu día?”, levantarte al día siguiente, tenerle la ropa arreglada, o porque no, aventurarte a planchar aunque sepas que estas negada por completo, porque simplemente no sabes hacerlo, y aún así, intentarlo, mirarlo a los ojos y decirle “soy malísima, pero espero que no te de pena llevártelo así”, que él te mire con tal ternura y orgullo y te diga “así está muy bien, gracias”.



Por qué el querer tener un hogar para cuidar, se convirtió en algo tan aburrido, para las demás; por qué les cuesta trabajo creer que aún existen mujeres echas a la antigua, que tal vez no borden, pero que pintan muros para hacer feliz a alguien, que tal vez no cosechen su propia comida o no piensan cargar a los hijos con el rebozo en la espalda, pero que tienen un blog por internet en el que cuentan historias tanto reales como ficticias; mujeres que desean aprender a cocinar muchas más cosas de las que ya saben hacer para hacer feliz a alguien en particular.  Mujeres que se tiñen el cabello de rojo y no como un mal entendido símbolo de debilidad o pérdida de identidad, sino como un buen obsequio de una amiga, para un buen amor…

Y así podría seguir y no terminaría, y el punto, es que soy pelirroja, que aprendo todos los días algo nuevo, que sigo siendo yo, y que ahora tengo nuevas metas, que son diferentes a las que me metieron en la cabeza desde niña, pero que se parecen más a la idea que siempre he tenido de mí, que respeto a quien no ve el mundo como yo, y que espero que sean pocas las personas que me juzguen y sean más las que me apoyen y me comprendan, y que si me equivoco, tenga la madurez necesaria para levantarme y seguir adelante, que quienes me aman me deseen lo mejor y que entiendan que encontré la felicidad, ahí, justo ahí donde menos me imagine…

Y así continua la historia en este blog, nos leemos la próxima!!!

viernes, 22 de marzo de 2013

Haces que todo lo que hago sepa mejor…




Que todo lo creía importante ya no lo es…, he revalorado los momentos que de verdad valen la pena…
Quería darte una preocupación menos, y creo que lo verdaderamente importante es que la otra persona que firme en el acta seas tú, te doy la certeza de que el  año que viene será nuestro año.
Porque sé que te esfuerzas y te entregas a mí a pesar del cansancio.
Lidias con mi mal genio al estar entre la gente, en el metro…
Porque comprendes mis días difíciles y me consientes, y hasta comienzo a sospechar que esos días me amas más, porque me vuelvo frágil y apta para ser consentible, dejo de ser la que cuida por completo de ti, para ser a la que cuidas.
Porque luchas hasta en contra de tu propia sangre por gritarle al mundo que este amor es verdadero y que no tiene vuelta de hoja.
Porque cada mañana junto a ti es una fiesta; por ahí escuche que debería sonreírte desde que despertamos, pero tú sabes que recién levantada me cuesta hasta caminar y me tropiezo con todo… pero sonreiré más porque tú me haces sonreír.
Ayer me dijeron que no esta relación no es lo que esperaba, y que había decidido conformarme, y la realidad es que no me conocen lo suficiente, porque a mí no me gusta conformarme y eso lo sabes tú, porque si no estoy a gusto o no soy feliz, soy de las que emprenden la huida, de no ser así, estaría firmando papeles, con la cara pintada y un traje sastre, con el alma apagada y el corazón, bueno ese tal vez ya se hubiera detenido.
Ya tiene mucho tiempo que no escribía, y si bien no es falta motivación, emprendí cosas nuevas, comencé a dibujar y para mi sorpresa y reconciliación con esa parte de mí, descubrí que no solo mis hermanas pueden hacerlo,  a mí también se me da. He experimentado en la cocinar y puedo hacer donas y pizza, entre otras cosillas, y ese viejo sueño de tener un negocio donde pueda cocinar, cada vez me palpita más en la cabecilla loca.
No tiene mucho sentido, pero ya estaba escrito y de esta forma debía ser subido.

Nos leemos la próxima!!