No sé si alguna vez escribí de
ellos, seguramente sí, no lo recuerdo claramente, pero hoy volví a soñar…
Tenía que documentar el encuentro de esta historia de amor, pongamos que se llama Vanessa y supongamos que él se llama Enrique.
Perdonen queridos lectores,
pero yo soy sólo una espectadora, no sé bien sus nombres, sí, es cierto que los
he soñado, sé que existen, no sé bien en que plano astral, pero existen…
Los vi, era una fiesta y ellos
fingieron no conocerse; los presentaron,
pude ver como el corazón de ella palpitaba, llevaba un vestido rosa, de tela delgada casi
transparente, la forma de su cuerpo se marcaba cuando se acercaba a alguna luz
de aquel lugar, podías distinguir a detalle su figura, sus caderas, sus pechos,
la tela graciosamente se adhería a su cuerpo, en medio del espectáculo a la luz
de las velas creí ver como una vena se marcaba de forma extraña en su corazón,
si tuviera algo de imaginación diría sin duda que intentaba encontrarse con ese
otro órgano que tenía enfrente.
Y él, se preguntarán, que vi
en él para pensar que algo había entre estos dos personajes, pues bien, pude
notar, que al mirarla, ante sus ojos se abría el firmamento, esos ojos de cielo
llenos de ternura y calidez, la reconocieron; su alma la ubico entre el tiempo
y el espacio, supo que era ella, lo sospechaba desde las horas en que una fría
pantalla les servía de puente para amarse. Como no iban a brillarle los ojos si
ahora la tenía frente a frente, ya no había duda, ahora poseía la certeza aquella
que se puso en duda con los años, era ella, siempre fue ella.
Todo hubiera sido perfecto, es
decir, ese encuentro tan esperado, tan anhelado, sin embargo, no estaban solos,
cada uno era tomado de otra mano, pero el hilo rojo, si, el hilo rojo jamás estuvo
mas tenso, mas deseoso de encontrar el otro extremo.
Se saludaron como si nada (y
como si todo), con esa clase de miradas que delatarían a cualquiera, yo sé que nadie
los noto, no levantaron sospechas, yo lo sabía porque ya otras veces los había soñado…
Cada uno converso, degustaron las viandas que esa noche sirvieron, bailaron aferrados a otros cuerpos, pero
justo cuando la luna estaba más encendida que nunca, sonó una melodía (…D'accord
je t'ai confié / Tous mes sourires, tous mes secrets / Même ceux dont seul un
frère / Est le gardien inavoué / Dans cette maison de Pierre / Satan nous
regardait danser / J'ai tant voulu la guerre / De corps qui se faisaient la
paix…*) que a ambos estremeció la piel, él lo sabía, era el momento, si no lo
tomaba ahora, nunca más se repetiría.
Sin pensarlo se levantó,
camino hacia ella, le tocó el hombro, ella le dio su mano y comenzaron a bailar,
ella se aferró tanto a su cuerpo que estoy segura de que le rasgo la piel por
debajo de la camisa…
Él se la comía con la mirada,
se embriagaba en su aroma y la hacía suya en cada vuelta, en cada verso, entre
cada estrofa de esa hermosa y apasionante melodía.
No mencionaron palabra alguna,
así como el amor, el miedo también se notaba por los poros, sabían bien que al
ser descubiertos el mundo entero los separaría, y apenas se estaban
encontrando...
Termino el tema y cada uno
retomo su sitio, pero las miradas, las palpitaciones no cesaban, lo sabían, otra
vez, en menos de una hora estaban frente a esa sentencia de “ahora o nunca”.
Ella se levanto se dirigió al jardín,
a ese enorme jardín que solo había mirado en postales, él la siguió con la
mirada, nadie noto nada, fueron tan discretos, que esa noche solo la luz de la
luna se enteró de aquel encuentro...
El hurgó bajo su vestido, ella
le beso la boca y él le besos sus labios, ella le abrazo el cuerpo y él le
enseño lo que era la vida, sus gemidos en silencio es algo que llevaran en la memoria
de la piel, jamás en la vida habían sido tan dichosos, se entregaron no solo
por instinto ahí se respiraba amor, no fue morbo de mi parte, no crean eso,
pero tratándose de sueños, el que sueña siempre tiene el primer plano.
Se amaron, se complementaron,
se tuvieron, se pertenecieron, ella volvió a su mesa, sus mejillas estaban tan
rosadas, cualquiera que hubiera puesto atención se habría dado cuenta de sus recién
estrenados labios rojos, labios que aun palpitaban al recordar su boca, al
saborear la lengua de aquel amante que la tomo bajo la luna llena.
Él se disculpo con los
asistentes, puso de excusa un malestar provocado por sus alergias constantes para
poder retirarse a dormir, sabía bien que no podría seguir ahí, ver como otras
manos la tomaban, como otros labios le hablaban al oído, como alguien mas la
miraba como él no podía hacerlo delante de aquellos que los juzgarían, que los separarían,
lleno de rabia, salió de aquel lugar, su sangre aun hervía, había sido suya,
por unos minutos solo le perteneció a él, lo que aún no entendía es que desde que la miro, ella ya era de él.
De la nada un estruendo me
hizo abrir los ojos, pude ver los rayos del sol colarse por la ventana, eran
las 6:00 a. m. y la jornada de otro lunes comenzaba.
Una vez mas gracias por
leerme, por estar aquí y recuerden: NO PERMITAMOS QUE EL TIEMPO LE GANE A
NUESTRA VIDA. Les dejo un afectuoso abrazo esperando que tengamos hermosas
letras por leer.