sábado, 30 de julio de 2011

Sofía VI


Antes del medio día  mi madre acompaño a Enrique a su casa, él quería ver a sus hijos, deseaba asegurarse de que se encontraban bien y sentía la obligación de que ellos supieran que nada había sucedido. Tardaron  poco más de una hora, y dejaron a cargo de  la  nana a los pequeños.
Al regresar Enrique encontró a Sofía cuidando a Carlota quien se encontraba comiendo, aún lucia pálida pero intentaba animar a su marido diciendo que ya se sentía mejor,  él sólo la  miraba y sonreía, pero había algo mas en su mirada, sobre todo cuando Sofía se movía de lugar, sus ojos la seguían, me di cuenta porque lo observaba desde la puerta, cuando él noto que lo “vigilaba”, sólo me sonrió y cambio la dirección de su vista.
Ese día para toda  la familia se le hizo largo, y no por que fuera una molestia tener al matrimonio Rivera, era sólo que a todos (incluyéndome) nos preocupaba la razón del desmayo de Carlota.
El doctor la vino a visitar antes de que partiera a su casa, a Enrique le recomendó llevarla a la capital a practicarle un estudio medico minucioso, él, atento a las palabras del medico,  le aseguro que viajarían lo mas pronto posible.
Paso mas de una semana y no se sabia del matrimonio Rivera, algo normal y entendible pues al día siguiente que salieron de casa de la abuela se fueron con rumbo a la capital; el abuelo preocupado partió con el mismo rumbo, pero no se fue sólo, Sofía lo acompaño, ella acudió con el pretexto de ir a comprar vestidos y sombreros nuevos, así que el abuelo no pudo negarle que lo acompañara.
Es muy curioso que justo ahora que me he decido a escribir sobre ella, lleguen a mis manos unos viejos cuadernos  que eran de mi tía, son escritos de lo que sentía y lo que vivió a lo largo de su vida, me los trajeron esta mañana junto con varios objetos que le pertenecieron en vida y lo cierto es que  aún no sé si sea buena idea leerlos, aunque seguramente podrá en mi mas mi instinto que cualquier otro sentimiento.
He pasado mas de cinco horas leyendo los viejos diarios de Sofía, y cada palabra escrita ahí me ha hecho transportarme a cada momento que fue vivido por ella, conforme avanzaba me he dado cuenta que era mas humana y frágil que la mayoría de las personas que conozco, no era perfecta, era una mujer con una gran debilidad,  y no sólo eso, mis sospechas han sido confirmadas, ella vivió  una historia de amor que la atormento desde el día en que conoció a Enrique.
Una historia que se hizo palpable el día en que acompaño al abuelo a la capital, antes de ese momento sus sentimientos y todo lo que ese hombre le provocaba había permanecido entre estas hojas que ahora  tengo entre las manos, pero llegando a la capital y al caer la noche cerca de un faro descompuesto en un callejón a cinco minutos de su hotel, se miraron a los ojos y no necesitaron mas que unir sus labios para darse cuenta que no les valía ni el anillo de matrimonio de Enrique, ni la  buena educación que  mis abuelos le habían dado a Sofía.
Me siento extraña al leerla, siento que estoy ultrajando su intimidad, me siento intrusa de sus sentimientos y  morbosa de sus pasiones.
Gracias por esperar esta continuación de el relato de Sofía, por fin coy a continuar y espero pronto terminar, ojala les guste.
Nos leemos la próxima!!!! Besos!

1 comentario:

  1. Pues tal vez Sofía y Enrique sólo se encontraron a destiempo. Eso suele pasar con muchas parejas que se aman y pues gracias a esos diarios quedó evidencia de ese gran amor.

    Esperamos el resto del relato.

    Saludos Vanessa.

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