Pues bien heme aquí en el último día del año escribiendo y muy felizmente me encuentro escribiendo en una habitación prestada, en una computadora conocida y a solas…
Sí, estoy en alguna parte del Distrito Federal, México, y me encuentro esperando el año nuevo, no estoy en compañía de mi familia, por lo menos no de la familia en que nací, pero si estoy con un miembro de la nueva familia que quiero tener (en un futuro no muy lejano) y pese a que el cambio de ubicación para festejar este día en un principio me causo un shock, ya estoy entrando en conciencia de lo que es esto de dejar atrás un año viejo y de esperar que el que inicia este lleno de muchos momentos gratos, de proyectos realizados y lo más importante de sueños cumplidos.
Son las 7:23 de la noche, el clima es frio, ayer se le dio por llover a diciembre y la verdad estuve más que feliz, para mí la lluvia siempre es depuración, limpieza, es el momento en que Dios nos dice, “anda saca todo lo que no te sirve, que yo me deshago de ello”, y así lo hice una vez más, tome todo lo que no ocupe, todo lo que aún tenía guardado (por si llegaba a necesitar que algo me recordara lo que jamás fue), y lo saque de casa, lo deje en la banqueta y vi cómo se alejaba rápidamente hacia el drenaje.
Es cierto que las experiencias buenas y malas deben guardarse, de todo se aprende, pero creo que un par de veces por año podemos darnos la oportunidad de dar delete a todo lo que ya no necesitamos, incluyendo aquellas cosas que se niegan a ser olvidadas y que se aferran a estar vigentes.
No sé ustedes, pero por lo menos yo, si recuerdo que hacia hace un año, estaba tristemente a la expectativa de lo que iba a pasar en la cena de año nuevo en casa, por fortuna, tuve la noche más perfecta, mi escena de película con mi hermana menor cuando momentos antes de las doce de la noche corrió a darme mi abrazo y llevarme mis uvas, recuerdo perfectamente que vi un documental en el canal 22, y estuve platicando hasta tarde con el hombre que conquisto mi corazón y que desde ese día se ha encargado de enamorarme cada día y a cada segundo.
Ha sido un año lleno de sorpresas, de momentos mágicos e inolvidables, de travesuras, de helado de chocolate, de metro, de autobuses, de películas, de caminatas, de muchos y largos besos, de amor al más puro estilo de esos enamorados que no quieren despedirse a pesar de saber que se volverán a ver, del tipo de amor que te regala escenas de despedida que duran más de diez minutos en los andenes del metro.
Este año me trajo muchas cosas y se llevó muchas más, la idea de un amor que estaba destinado a no ser, los escombros de un amor que se había negado a morir, los recuerdos de amores que dejaron una huella ligera en el camino, todo esto se fue desvaneciendo conforme los días pasaron y hoy que el año termina debo decir que estoy más que lista para continuar con esta hermosa aventura de la mano de mi “chocorrol”, no sé dónde pare, no sé si tendrá fin o si será por siempre, no sé si el año que viene tendré un hijo o si me casare, mucho menos sé si será el fin del mundo, no lo sé, lo único de lo que sí puedo presumir que sé es que tengo la firme convicción de ser INMENSAMENTE FELIZ, sé que disfrutare cada día de mi vida, cada momento será atesorado en una caja de cristal para que nadie perturbe su recuerdo, sé que pintare de azul cada día que abra los ojos y él esté a mi lado, sé que respirare aceleradamente cada vez que tome mis manos y me acerque a su cuerpo, sí, sé que seré feliz, a mi modo sin duda.
Esta vez no hay recuento, esta vez sólo tengo para ustedes mucha luz, muchos abrazos, muchos buenos deseos, la mejor vibra, y sobre todo paz, tranquilidad, salud y amor a manos llenas, teniendo todo esto, estarán a un paso de tener la felicidad completa.
Les agradezco por haberme permitido cumplir un año con este blog, y les aviso, vamos por mas entradas; muchas gracias por su apoyo y que tengan un excelente año 2012!!!!
Saluuud!!!!
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