Siento tu presencia en cada paso de
mis días,
La luna de Diana te trae a mí
cuando resplandece.
Imagino tu tacto cuando el viento
rosa mi piel,
y cuando por la madrugada llega a
silbar, mi mente me traiciona y me hace escuchar el sonido de tu voz,
llamándome, gritándome en la
distancia, diciéndome un “te amo”.
De noche cuando las luces se
apagan, puedo sentirte entre mis sabanas.
Y al amanecer cuando el sol
apenas se asoma, veo tu silueta dibujándose en la entrada de mi habitación.
Conforme los minutos la luz se
posa al lado de cama y puedo jurar que te he visto sonreír.
Estas tan presente, siempre en mí,
en mi andar, en mis horas, en mis días, en mi pensamiento.
Estas en el latir de mi corazón,
porque es tu vida la que le da ritmo a la mía.
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