El tiempo (continuación)

No fueron días sencillos para mi, pese a la poca importancia que podía generar aquel suceso en mi vida, extrañamente me incomodaba tener que evitar esa calle, durante esos tres días extraños acontecimientos rodearon mi trayecto a casa, no sé si ahora que las cosas han sucedido, es cuando me pongo a atar cabos sueltos, aunque cabe la posibilidad de que tal vez  sólo fueron coincidencias, eso aun no me queda claro, sin embargo lo que si puedo asegurar es que ellas también contribuyeron en mi paseo por su vida y en su estancia en mi mente durante los días que no la vi.

Se preguntaran que fueron esas "cosas extrañas" que ocurrieron, pues bien, algo que bien podría tener explicación es que al caer la tarde en la oficina alcazaba a escuchar esa melodía de saxofón la "lógica" que encontré para tal suceso fue que la tenia en mi cabeza porque era una melodía entre sensual y relajante, una de esas "canciones" que se quedan por días en la cabeza, pese a no ser un sonido simple o comercial, estaba ahí en mi mente tan grabada como si lo que escuchaba entre mis ideas estuviera sonando a lo lejos en tiempo presente, lo "raro" es que sólo la escuchaba los días que no sabia nada de ella; otro hecho extraño para mi era que mientras evitaba esa calle sentía que alguien me seguía, aunque por más que insistía en voltear jamás vi nada, por lo menos nada que pueda resultar creíble por mis ojos, aun ahora después de todo lo que me ha tocado vivir.

Entre los eventos sin sentido también se encuentra ese olor a vainilla que no me dejaba tranquilo ni por un segundo y que por las noches se hacia tan intenso, era como  si por medio de ese olor  hubieran esparcido un hechizo sobre mi, algo que hacia que cada vez que aspiraba llegara a mi esa fragancia penetrante que me hacia  sentir esa necesidad de verla,  sólo podía pensar en esas formas, en sus formas a la luz de las velas.

Desde los primeros minutos del cuarto día todo era tan intenso que desde que salí de la cama sabia que ese era el día que pasaría por aquella calle... y no me equivoque.

El autobús como siempre me dejo en la misma esquina, el nombre no importa, ahora sé que pudo haber sido cualquier esquina, así que no tiene caso que les de direcciones, eso de nada les serviría; comencé a caminar en línea recta, pero al doblar la esquina en aquella calle la piel se me erizo, fue una sensación tan escalofriante que creí palidecer en aquel momento, mi temperatura corporal disminuyo tanto que sentí el sudor frio correr por mi espalda,  fue precisamente  esa peculiar sobra que ya había visto la que me genero esa reacción, no les sé decir con exactitud  la forma que tenia, sólo pude reconocer entre la tenue luz un par de enormes alas, largas y algo huesudas, era algo no natural que me causaba inquietud y bastante temor.

No se si fue el miedo, pero al caminar por esa calle el tiempo se detuvo y con el mis pasos, sentía que caminaba sobre el mismo lugar, tenia esa terrible sensación de cuando estas soñando y vas sobre un camino que no tiene final; normalmente una calle como esa se transita a paso lento en  tres minutos, pero esa vez fue diferente, tarde más de un cuarto de hora en salir de ahí y lo sé bien por que antes de adentrarme en aquella calle, mire el reloj de la cafetería que se encuentra en la parada del bus, así que no había forma de que me hubiera equivocado.

En ese momento - incluso ahora que lo escribo- para mi lo que mas extrañeza e inquietud me generaba-,  no fue ni la sombra, ni el tiempo que paso de forma ajena a mi entendimiento, ni siquiera la falta de sonidos en ese lugar; lo que más extraño fue su ausencia, ella no estaba, no creo haberla pasado de largo ese día y menos si era por ella por quien volvía, el olor penetrante estaba ahí… pero ella no.