jueves, 17 de marzo de 2011

Al ajusco!

Estoy escuchando música realmente hermosa en un programa de radio de mi buen amigo Enrique y recordé que hace mucho tiempo que no escribo de noche, y la verdad no sé por que antes era mi hora de inspiración de relax y se me facilitada  hacerlo, sin embargo ahora lo hago a la luz del día, cuando el sol en pleno se posa frente a mi ventanal, a veces me lastima la vista, pero eso no impide que continúe escribiendo, sobre todo cuando es una idea que tiene que ser escrita en un solo acto.
Y mira lo que es la vida, mi día terminaría normal, tranquilo y en paz, así como terminan los días de las personas con la conciencia tranquila y de repente el viajero de la luna arriba en escena, misterioso, silencioso y me imagino que ocupado.
Pero bueno, eso no es lo que me trae aquí a escribir, lo que realmente me trae a un nuevo post, es una historia que tengo atorada desde hace mas de un mes y que por muchas causas ajenas a mi, no he podido ni siquiera comenzar medianamente bien; pero como ya estoy aburrida de historias a medias, es momento de concluir con un sueño o tal vez un deseo arraigado en mi.
Desde hace mas de un mes  los domingo o a veces entre semana acompaño a mi hermana Cindy al Ajusco (México D.F.) a inyectar y vigilar el tratamiento medico de algunos caballos, para aquellos que no conocen este lugar dedo comentarles que para llegar se debe hacer por carretera y cuando menos para llegar a los lugares que visitamos se debe pasar por pueblitos, lo cual es perceptivo al olfato, mas que a la vista,  y es que apenas se va uno alejando de la ciudad e inmediatamente el aroma cambia y es precisamente ese aroma a tranquilidad lo que me ha hecho querer escribir sobre ello, sobre el futuro y las posibilidades.
Desde el primer día que fui pensé en escribir, pues me llene de recuerdos, de momentos y sobre todo de mucha nostalgia; recordé cuando tenia siete años, creo que esa ha sido mi edad perfecta, de los seis a los ocho, pero sobre todo los siete, a esa edad aun conservamos esa magia que nos regala la niñez, bueno conservábamos, por que a mi parecer actualmente a las niñas les preocupa mas crecer y "madurar" que disfrutar y vivir su infancia a plenitud, en fin creo que me salí de un poco del tema, pero creo que ya se habrán dado cuenta lo mucho que me gusta dar mi opinión en cualquier situación.
Volviendo al punto,  recuerdo que a mis siete años disfrutaba de tres momentos o fechas realmente espectaculares, que digo disfrutaba, me encantaba cuando esos días estaban por llegar; el primero era el día de reyes, aah!! era el delirio para mi, pues en casa siempre procuraron que los reyes me cumplieran mis deseos, y si no, créanme que me conocían tan bien que sabían como hacerme muy feliz; la otra fecha que realmente  era mi máximo, es mi cumpleaños, desde que comenzaba marzo, deseaba que llegara mi día, a razón sabia que habría desfile familiar para obsequiarme cosas y es algo que con los años me sigue encantando, los obsequios, las sorpresas me encantan, lo único que ha cambiado es la forma de celebrar mi cumpleaños, ya no hay tanto alarde, todo es mas tranquilo a veces podría pasar de largo incluso para mi, la razón es sencilla, aun creo que debería tener mas años, si, sigo renegando de mis años, necesito mas, a veces pienso que así podría entender mejor a quienes me rodean.
Y por ultimo mi fecha favorita era cuando iba de visita al "El rancho" ubicado en Hidalgo, México; me hacia tan feliz ir a ese lugar mágico, al lugar de mis raíces, el  de pajaritos cantando al despertar por la mañana, recuerdo aun la estampa mañanera que me brindaba el paisaje al ver a las vacas pastar en el corral, olor a pueblo a yerba fresca, si ese era mi lugar favorito, mi Papá nos avisaba con una semana de anticipación, por que cuando íbamos era en las vacaciones largas, casi dos meses la pasábamos en ese lugar  y como gran acontecimiento preparábamos todo desde una semana antes, lo cual la hacia  la semana mas larga para mi, soñaba todo los días con llegar, era la locura, y por ello supongo que los días sé me hacían eternos, justo el día antes de partir, no podía ni dormir, era tal la cantidad de adrenalina, que simplemente no podía cerrar los ojos, era mi montaña rusa particular.
Y es por esta última razón que desde que viaje por primera vez por  la carretera del Ajusco  desee escribir, con ese olor a pasto fresco recordé cuando tenía siete años, y por momentos pude sentir esa magia recorrer mi cuerpo; si, adoro los paseos por carretera y más si tienen como destino ningún lugar.
 Mientras ella conducía yo recorría con la vista los paisajes, disfrutaba del olor entrando por la ventana acariciando mí pelo lo cual me hizo recordar cuando trepaba por aquel árbol junto al corral para alcanzar ese fruto en forma de vaina que tanto me gustaba de niña; el olor de los anafres a lo largo de los puestos de comida, me hizo pensar en esas mañanas estando allá y cuando al despertar, pasaba de largo por la ventana de tabique rojo, el olor a café de olla recién hecho con un fogón de madera recién recogida, el desayuno recuerdo bien que tenia ese olor como a humo, algo raro, pero sabroso.
Al pasar entre las difíciles calles, veía a la gente caminar con ese semblante que tienen las personas que no viven en las grandes ciudades, ellos aun conservan serenidad en el rostro, tranquilidad en la mirada, sus pasos son tranquilos, es decir saben que tiene que llegar a su destino y no importa si pasa un minuto después, cosa distinta en la ciudades, ahí se debe llegar puntual y si se es como yo, es el desquicie total si no llego cuando menos quince minutos antes a la cita.
Son tantas las cosas que me han hecho pensar esas idas al Ajusco, me han dejado por ejemplo una idea que no deja de rondar y es que tal vez ese seria el lugar perfecto para mi, no me gusta el alboroto, el alboroto, las aglomeraciones, me encanta la tranquilidad, los aromas y sonidos que nos regala la naturaleza, esa paz y tranquilidad que se respira, ese ambiente me gusta, tal vez lo único con lo que no voy es con la paciencia y la exagerada calma con la que suceden las cosas en el campo, pero bien podría acostumbrarme, no lo dudo ni tantito por que cuando voy al D.F. me acostumbro a la forma tan rápida en que suceden las cosas, y eso que solo es de lunes a viernes, ahora vivir en un nuevo lugar es adaptarte al tiempo, al clima y al movimiento.
Estas horas por carretera  me han caído tan bien, las disfruto tanto, y este último domingo fue mas genial mi Ángel iba conmigo y disfrute verlo jugar, divertirse y sonreír, me hace tan feliz que él sea feliz.
Bueno queridos amigos este fue mi paseo por el Ajusco, me imagino que cada uno de ustedes tiene sus propias historias sobre ese lugar mágico que los recarga de energía, ojala puedan compartirlas conmigo, yo estaré encantada de leerlos y de ante mano muchas gracias por continuar leyéndome, me hace muy feliz y me da mucho gusto que cada día me visitan mas personas, muchas gracias por ello, y bienvenida a Sandra que se animo a seguir este blog, te mando besos y saludos desde mi escritorio.
Besos para todos, los leo la próxima.

1 comentario:

  1. VANESSA:

    Me encantó leer esta entrada, porque me doy cuenta que disfrutas de las cosas sencillas y pocas personas hacen ya eso.

    A mi también me encantan los viajes en carretera y pues para cerrar mi comentario sólo quiero decirte que por si no lo sabías, esa niña de la que hablaste en este escrito, tal vez no te das cuenta, pero sigue viviendo en tu interior.

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