Una vez mas te colarse en mis
sueños y si me atrevo a analizarlo, ya no sé si es porque eres un eterno
habitante, si son mis deseos contenidos (por años), si son solo los sueños que
tengo por cumplir o en el mejor de los casos si será un presagio, que se yo... pero
como siempre que sueño contigo es tan real, que al despertar me da
por pensar que son recuerdos producto de una vida pasada, honestamente me da
miedo imaginar que el deseo nos ilusione hasta el punto de creer que fue algo más
que un sueño...
Íbamos en carretera, no reconocí
el lugar, y no sabía a donde íbamos, pero sí sé que íbamos concentrados en el
camino, no hablábamos, a ratos me mirabas, pero no decías nada, yo tampoco te
hablada, te miraba de reojo solo para saber qué hacías (quería descifrar tus
gestos), intentaba leer tu mente, me apremiaba saber que querías… sin éxito alguno, volvía mi mirada al camino.
No sé en qué momento tu mano se apartó
del volante, y disimuladamente la pusiste sobre mi pierna, con un movimiento suave
te colocaste a la altura de mi muslo, subías y bajas sobre el… como queriendo
algo, te detuviste y lo apretaste tan fuerte que la humedad en mí no se hizo
esperar, recuerdo que me impresione
tanto que mi corazón se aceleró y se detuvo en segundos (me das y me quitas la
vida inclusive en sueños), yo seguía con mi mirada al frente, pero el temblor
de mi cuerpo te invitaba a seguir.
Jamás he podido disimular mis
ganas de ti y ese instante lo confirmaba, mis gemidos entrecortados hablaban
mas por mi que cualquier cosa que hubiera podido decir en ese momento.
Tenía muchos nervios, siempre,
desde la realidad, he anhelado esa parte de esta historia y ese momento estaba
ocurriendo, tu… hurgando en mí, así que hice lo que haré cuando llegue ese instante…
me dejé llevar por lo que sentía.
Mientras todo ocurría, tu seguías
mirando al frente, recuerdo que era un paraje sin autos, libre como suelen ser
las carreteras que van a sitios poco poblados, lugares perfectos para perderse
y alejarse del bullicio de la gente, supongo que eso te daba la tranquilidad de
saber que nadie nos detendría, que mientras llegábamos a nuestro destino
cualquier cosa podría pasar.
Eras precavido en el camino y
ansioso entre mis piernas, poco a poco te fuiste adentrado en ellas, apretabas
tan fuerte, que estuve a punto de despertar, pero no, por fortuna no, mis ganas
de seguir soñando esta vez le ganaron a la sensación de placer provocado por
ti.
Mientras tus dedos seguían jugueteando
dentro mío, mis manos apretadas de placer se aferraban a mi falda, al asiento
de auto, quería hablar, quería gritar que detuvieras el carro, que me hicieras
el amor de esa forma turbulenta y animal de la que tanto hemos hablado, quería
sentir tu boca entre mi sexo, tus manos apretando mis pechos, tus manos en mis
caderas, tus labios en mi espalda.
Quería probarte, quería detener
el tiempo y sacar todas mis ganas acumuladas, quería desgarrar tu ropa, probar
tu piel, lamer tú sexo… pero no podía hablar, toda mi energía estaba
concentrada en la sensación de tus dedos en mí, disfrutaba el momento y quería
más, mucho más.
Supongo que como siempre lo he
sabido, te pertenezco, así que no se bien en que momento comencé a desabotonar
mi blusa, pero recuerdo que sentí una ráfaga de viento colándose entre mis
senos y al voltear a ver , ellos estaban al descubierto, para ese momento ya
habías detenido el auto, estaba tan aturdida por el placer que provocaste en mí,
que no supe cuando detuviste nuestra marcha; tu seguías apretando mi sexo, lo
acariciabas, lo rozabas, querías desentrañarlo, memorizarlo, o por lo menos eso
es lo que yo estaba sintiendo, alcance a oír mi nombre a lo lejos, mientras
intentaba razonar, tus labios comenzaron a
succionar urgidamente mis pechos, y justo ahí termine de perder el poco
control que tenía de mí cuerpo.
Con la poca conciencia que me quedaba te pedí que
me hicieras el amor, apartaste tus labios de mis pechos y bruscamente sacaste
tus manos de entre mis piernas, saliste del carro apresuradamente, violentate
te dirigiste hacia mi puerta, la cual abriste con furia, me sacaste del auto y
me apretaste contra el, ahí tus manos se volcaron sobre mis senos, cada mano
hiso su trabajo; al oído me susurraste que fuéramos paraje a dentro, que no
soportabas que el sol tuviera la dicha de tocar mi piel, que querías ser el
único que tuviera acceso a lo que había bajo mi blusa, bajo mi falda…
Tomaste mi mano y caminamos cerca
de unos arbustos que ocultaban un campo lleno de follaje, sin demora y con
mucha urgencia, levantaste mi falda, apretabas mi cuerpo hacia el tuyo, sentía
el ardor de tus manos sobre mi piel, y yo, yo me sentía en la gloria, estaba
entrando en el paraíso y eras tú el que me abría las puertas.
Me besabas el cuello, los
hombros, los labios… nos saboreábamos entre la hierba, entre la tierra,
nuestras pieles por fin se reconocían, al fin estábamos en el camino de la
comunión de las almas, en el camino a la unión de nuestros cuerpos.
Estábamos ahí, vulnerables ante
la naturaleza, teníamos el cuerpo y el alma desnudos, nos enfrentábamos por
primera vez a nuestros deseos, a las ganas que nos habíamos guardado durante
años, teníamos todo lo que alguna vez añoramos, no puedo hablar por ti, pero si
puedo reconocer el deseo con el que me tocabas, con el que me besabas, puedo
asegurar que por lo menos en ese instante, en ese sueño, eras mío, solo mío… y
de nadie más.
Esta vez me aferre a la vida y no
me desperté a tiempo, en esta ocasión el deseo fue mas fuerte que yo y deje que
el mundo marchara sin mí, por esta vez, decidí soñar y soñar…, me reúse a despertarme,
quería llegar a esa parte en la que te bebes mis orgasmos, esa parte en la que
te vienes dentro de mí, y para que no quede dudas del final de esta historia
solo puedo decirles que las ganas están esperando nuestro siguiente encuentro,
porque las ganas siempre serán ganas y quien mejor que tu para apagarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario