lunes, 30 de mayo de 2011

Sofía IV

Creo que mi fascinación por escribir se deriva de la admiración que me provocan las personas que se dedican a  este gran arte, la magia que envuelve a estas personas poseedoras de una  enorme capacidad de crear mundos alternos, de inventar personajes inexistentes,  es algo digno de reconocimiento y admiración,  mismo es el caso de quienes relatan sucesos, de quienes cuentan la historia a su modo y desde su escritorio, el leer a algún personaje destacado o uno d esos escritores que viven en lo oculto  me genera deseos de hacer algo similar, de intentarlo, me provoca sentarme aquí he inventar una historia; la idea de hablar con las  letras, de hacer sentir  o imaginar a través de las manos y de una hoja (sea del material que sea) es algo que me provoca muchas emociones.
He revalorado este maravilloso oficio, por que me doy cuenta de que  existe un doble esfuerzo, al escribir, entre lo que debes crear y tu realidad, existe una línea muy delgada, hablar de ti, reflejarte, o crear algo  que no tiene nada que ver contigo, pasar por un huracán y escribir sobre el sol,  estar en medio de la lluvia y escribir sobre el desierto  es un esfuerzo muy grande.
Es por ello que pero de todo corazón que estén disfrutando de “Sofía” tanto o mas que yo al escribirla, es algo que me esta generando una gran emoción y un reto personal que creo estoy librando muy bien. Gracias por su apoyo y gracias por sus visitas y comentarios, gracias a quienes me siguen por Facebook, muchas, muchas  gracias.

Sofía IV
Lo primero era saber la disponibilidad de la nueva familia, se les hizo llegar una invitación para saber que día seria conveniente hacer la reunión, a ella como decía en el mensaje que iba acompañado de un hermoso ramo de flores, se  les informaba que se invitarían a las tres familias mas respetadas del pueblo, estaba por demás decir que la cuarta familia seria la anfitriona, puesto que la dirección de dicha reunión seria en casa de la abuela.
La señora de la casa llamada Carlota, respondió la misiva con en una muy cortes y educada nota escrita sobre un delicado papel, -que aseguro la abuela era traído de Francia-, agradecía las atenciones y la invitación, y la fecha estaba pactada, seria  en tres días, caía cómodamente en fi de semana; a partir de recibir el sobre la abuela junto con mi madre se dedicaron los días siguientes a elaborar la cena de bienvenida.
 No recuerdo los platillos exactos que se sirvieron en esa merienda que termino a las tantas de la madrugada, solo se que la casa estaba impregnada de jugo de naranja, chocolate caliente y nuez, tal vez hubo biscochos – lo mejor que preparaba la abuela-, la razón de porque no recuerdo con exactitud el día que marco la vida de Sofía, es por que precisamente ella fue la persona que acaparo la noche, siempre lucia hermosa, pero esa noche parecía como si se preparará para su destino, se vistió de blanco, con encajes, un bello escote y su cabello (en la única ocasión que lo lucio así) estaba suelto, a todos nos causo sorpresa y maravilla a la vez, su piel blanca y sus bellos ojos aceituna hacían un juego excitante en una mujer, por demás esta hablar de la finura y exquisitez de su conducta, era un cuadro perfecto.
Por un momento nos olvidamos de que fuera una cena, todo indicaba que era  una boda  a la luz de la noche,  la luna en todo su esplendor se colaba por el ventanal de las escaleras, y le servía de abrigo  a la bella mujer de vestido a encajes blancos.
Las caras de los presentes se vieron sorprendidas cuando la campana de la puerta principal sonó, eran ellos, los vecinos, una bella familia compuesta de cuatro miembros los padres y los hijos, el marido Enrique, su esposa Carlota, y sus hijos, la menor de 7 años Adriana y el mayor de 11 años Carlos, niños serios y educados, ella, la esposa una mujer propia, fina, conversadora, elegante, una dama en toda la extensión de la palabra, él un hombre apuesto, alto, piel trigueña, manos fuertes, ojos claros,  un tipo inteligente, limpio, correcto, parecían una familia modelo, una familia sin fisuras y  de lo mas normal.
Mi madre y  Carlota inmediatamente se hicieron amigas, creo que porque estaban hechas a la medida; poseían lindas familias, eran mujeres de valores, inteligentes, cultas, buenas hijas, excelentes madres, modelos de mujeres, en apariencia dos gotas de agua. Sofía por su parte, esa noche se comporto política, pensante, libre, nunca la había escuchado hablar como ese día, se quedo en la biblioteca junto con los hombres que habían sido invitados a la cena.
Pasadas las 11 de la noche las mujeres que tenían hijos -mi madre y Carlota- acordaron llevar a los niños a dormir (incluida estaba yo), pero a mi no me pareció la mejor decisión, yo quería estar ahí, ver como se comportaba mi modelo a seguir, quería saber que hacia y como lo hacia;  me maravillo la mezcla entre orquídea y maleza que Sofía logro ser por esa noche.
Después de que mi madre y una sirvienta acompañaron a Carlota y a sus hijos a su casa,  y una vez que se retiraron los demás invitados, me llevo a mi habitación para llevarme a dormir, por desgracia yo no podía estar tranquila, los hombres de la cena junto con Sofía, se quedaron a charlar en la biblioteca hasta la madrugada y ese era un motivo suficiente para que yo no pudiera dormir.
Baje silenciosamente las escaleras y  me escondí detrás de  una de las puertas que daban a la biblioteca, escuche la charla, no entendí nada, pero hubo algo que  nunca había notado en ninguna persona, antes de esa noche.
Al día siguiente, la casa estaba impecable, parecía que nada había sucedido, por lo menos eso se veía en la mesa del comedor, y en la biblioteca, ya no había restos de habanos, ni pipas, no había vasos con coñac o whisky, no había nada que indicara que algo ocurrió esa noche.
Los domingos por la mañana era obligatorio asistir a misa, nos vestíamos con ropa adecuada, seria, yo solía bromear diciéndole a Sofía  que ese era mi uniforme de los domingos, sonrojándose sólo movía la cabeza en señal de complicidad. Esa particular mañana casi todos estuvimos listos para acudir a misa, incluso el abuelo que era el más quejumbroso, para salir de la cama los domingos estuvo listo, tal parecía que la charla de madrugada le sentó bien y le dio ánimos para estar listo ese domingo; si leyeron bien dije “casi” y es que Sofía no había bajado con el resto de la familia, la abuela la disculpo diciendo que la noche fue agitada para ella, el resto de la familia hizo lo de siempre pues la voz de la abuela era la ley misma del creador en esa casa.

Que tengan buenas noches, nos leemos la próxima!!!

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