Esta vez no me quede con las
ganas, tome un cigarrillo, el encendedor y salí a fumar en lo oscuro de la
noche; les confieso que no es algo que
me gusta mucho, pero por estos días ha sido necesario dibujar ese nombre , ese
rostro, su silueta, la forma y llamar a su alma y único recurso -estúpida de mí-
que sentí que sentí viable para tráelo hasta mi balcón, era el humo; sí, me gusta pensar que puedo
llamarlo en la lejanía, que el viento se apiada de mi y le da forma en su andar,
que mientras viaja le lleva mi mensaje hasta su puerta, sí, ya sé, estoy
delirando, él no me sentirá, él no escuchara mi llamado en la lejanía, por mas
que grite su nombre al viento, por mas conjuros, él no vendrá.
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