jueves, 15 de julio de 2010

A mi químico favorito

Cuando me enamoro es cuando más me da por escribir, creo que esto es común en la mayoría de las personas, ayer revisando entre los objetos del pasado que tanto atesoro leí uno de mis diarios, el de hace 10 años, es curioso, creo que la historia tiende a repetirse, claro con algunas modificaciones propias de los nuevos tiempos.

Este es una especie de poema que le escribí a un profesor del cual estaba enamorada, y creo que algo correspondida, él es el sujeto más lindo, adorable y tranquilo que he podido conocer, con una sonrisa del tamaño del mundo y ahora que lo pienso el ultimo profesor que me encantaba ya en la universidad también tenía una enorme sonrisa tanto así que mis amigas y yo le decíamos para no mencionar su nombre "sabritas" (en México es una marca de papas fritas y en su logotipo tienen una carita feliz), uuf! ya me acorde de él y es inevitable ruborizarme y que mi corazón se alborote un poco; esto de buscar sonrisas tal vez sea un patrón que busco en las personas que me atraen, en fin el punto era si mal no recuerdo lo que escribí hace 10 años.

 
Las horas transcurren y no logro escucharte

El viento cambia de dirección sin dejarme tu código postal,

Esta engañosa brisa no me da señal alguna

Que me indique el camino que me lleve hasta tu puerta

Sin saber de ti, sin lograr verte,

Llega el atardecer como todos los días

Y se posa silencioso al verte partir

En el andar agitado de mis días de colegio

No logro reconocerte entre la multitud entorpecida

Puedo sentir en mis mejillas que ha comenzado a llover

Son más de las siete de la noche,

Ya no tuve la dicha de verte partir y de decirte buenas noches,

Sentada frene a nuestro lugar, sólo puedo rogar hallar

El camino que me lleve hasta donde pueda encontrarte

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